El kriyā yoga es descrito por sus practicantes como un antiguo sistema de yoga revivido en 1861 por Mahavatar Babaji a través de su discípulo Lahiri Mahasaya. El sistema consiste en una serie de técnicas de prāṇāyāma diseñadas para acelerar rápidamente el desarrollo espiritual y crear un estado profundo de tranquilidad y de unión con Dios.
Yogananda, principal difusor del kriyā yoga en Occidente durante la primera mitad del siglo XX, decía que Krishná menciona esta disciplina en el Bhagavad Gita en dos ocasiones, aunque no explícitamente:
Entregando la aspiración del aliento a la espiración del aliento, y dando la espiración del aliento a la aspiración del aliento, el yogui neutraliza ambos alientos; de esta manera libera la fuerza vital del corazón y la logra dominar en su totalidad.
Krishná relata que en una encarnación anterior impartió el eterno kriyā yoga a un sabio iluminado, Vivasvat, quien se lo transmitió a Manu, el gran legislador. Él, a su vez, instruyó a Ikshwaku, el padre guerrero de la dinastía solar de la India.
El proceso fisiológico y mental del yoga
Yogananda afirma en sus libros que para alcanzar y experimentar el estado de samādhi se necesita el cese absoluto de todo movimiento y actividad del cuerpo, parándose la respiración, la actividad cerebral, y el metabolismo. Solo así se produciría la desconexión total con el mundo exterior y con lo que nos ata al mismo, el cuerpo.
El proceso consiste primero en desconectar progresivamente el cuerpo y la mente del mundo exterior mediante la práctica diaria y constante de las técnicas, reveladas e impartidas por un maestro o discípulo autorizado. Lenta y progresivamente se iría reduciendo la actividad corporal y la respiración, que pasaría de los 18–20 ciclos por minuto usuales hasta los cero, parándose el cuerpo de forma natural. Al pararse el cuerpo se pararía el pensamiento, y se experimentaría entonces el samādhi.
Yogananda llama a este estado corporal del samādhi «animación suspendida», una especie de estado intermedio entre la vida y la muerte, en que el cuerpo estaría totalmente dormido, parado o «muerto», pero la consciencia seguiría totalmente despierta. Sin la limitación del cuerpo, la consciencia podría expandirse sin fin en la experiencia de una especie de «muerte temporal reversible», de la que se podría volver a la consciencia normal del mundo exterior, primero involuntariamente y posteriormente, tras larga práctica, voluntariamente. En una primera etapa, la experiencia viene y se va independientemente de la voluntad del practicante (savikalpa samādhi), en experiencias similares a las de los místicos cristianos como Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, pero tras muchos años de práctica adicional se consigue llegar al control voluntario del trance o experiencia y entrar y salir del mismo a voluntad (nirbikalpa samādhi).
La institución Self-Realization Fellowship (http://www.yogananda-srf.org), con sede en Los Ángeles (California), y la institución hermana en la India Yogoda Satsanga Society, enseñan las técnicas de kriyā yoga o raja yoga traídas por primera vez a Occidente por Swami Paramahamsa Yogananda, que en 1920 fue enviado por su guru Sri Yukteswar a propagar las técnicas de kriya yoga al mundo occidental, lo que hizo principalmente en Estados Unidos. Dicha institución posee los derechos de autor legados por Yogananda sobre sus propios materiales de difusión y se dedica a propagar su mensaje mediante libros, materiales multimedia, cursos, seminarios e iniciaciones. Las técnicas difundidas por SRF por correspondencia, incluyen cuatro niveles de kriya, así como ejercicios preparatorios y físicos que fueron introducidos por Yogananda, además de ciertas modificaciones a las técnicas originales.
Por supuesto, Self-Realization Fellowship no es la única fuente para recibir el kriya yoga. Lahiri Mahasaya tuvo muchos discípulos, que tuvieron a su vez muchos discípulos, por lo que existen múltiples linajes de transmisión de kriya yoga, unos conocidos y públicos y otros no.
Mahavatar Bábayi es el nombre dado a un yogui de la India por varios discípulos que le conocieron entre 1861 y 1935 (entre ellos el yogui Lahiri Mahasaya). Algunos de estos encuentros se describen en el libro de Paramahansa Yogananda Autobiografía de un yogui, que incluye relatos de primera mano de sus encuentros con Mahavatar Bábayi. Otro relato de primera mano lo ofrece Sri Yukteswar Giri en su libro La ciencia sagrada. Estos relatos, junto con otros encuentros con Mahavatar Bábayi, se describen en varias biografías. Algunos de los encuentros fueron en presencia de dos o más testigos, y los que le conocieron creen, por comprobaciones en sus conversaciones, que conocieron todos a la misma persona.
No se conoce con seguridad el nombre real ni la fecha de nacimiento de Mahavatar Bábayi. Los que le conocieron durante este periodo le conocen por el nombre dado primero por Lahiri Mahasaya.
Las técnicas del kriyā yoga son actualmente accesibles a través del estudio de las lecciones de la organización
El fundamento de las técnicas ha sido descrito por Yogananda en sus libros. Las técnicas exactas, según la tradición del yoga, son confidenciales y no se deben revelar a otros (aparte de los iniciadores autorizados). De lo contario un principiante creería hacer de guru y es también tradición no iniciar a personas con curiosidad superficial sino a las de deseo sincero, intenso y constante. Los que tienen curiosidad superficial y consiguen aprender las técnicas, con o sin iniciación, abandonan la práctica tarde o temprano. Un maestro ha dicho que la puerta debe estar siempre abierta para "entrar" (la iniciación) y para "salir" (abandonar la práctica de la meditación).
Según las propias descripciones de Yogananda y otros respetados yogis, algunas técnicas se basan en la observación y control de la respiración, estrechamente conectada con los procesos mentales. Respiramos más rápidamente bajo emociones negativas y más lentamente cuando sentimos paz, de forma natural. La sistematización de la respiración constituye en yoga una rama especializada llamada pranayama. La iniciación de las diversas corrientes suele incluir técnicas de pranayama.
Om/Aum sería simplemente un nombre-símbolo porque suena como una vibración, pero no es la vibración misma, que sería interior pero no producida por la mente.
También se pueden tener visiones interiores de diversas clase de luces y seres, y finalmente se vería una luz superblanca y más brillante que miles de soles, según los yoguis y místicos que dicen haberla contemplado. Las posibles experiencias interiores no se deben revelar nunca a nadie, según Yogananda deben ser siempre un secreto entre el devoto y Dios. Esto evita posibles comparaciones del ego espiritual de los principiantes, por ejemplo, pues no todos tienen exactamente las mismas experiencias y en la misma secuencia, y se evitan falsas expectativas. Solamente los maestros pueden divulgar detalles.
Yogananda recomienda practicar estas técnicas al menos dos horas diarias y 5 horas los domingos. Estas técnicas y manipulaciones físicas y mentales enseñadas en la iniciación ayudarían a la concentración durante la meditación como herramienta, pero no son mantras mágicos, y solamente con el esfuerzo diario generalmente de muchos años se pueden tener experiencias interiores superfísicas además de la paz que se suele sentir tras algún tiempo de práctica. Con el tiempo, según los grandes yogis, se puede adquirir la superconcentración conducente al samadhi o superconsciencia. Según Yogananda, desde la primera vida que se empieza a meditar se necesitarían varias vidas de meditación hasta alcanzar el samadhi. El guru guía al discípulo o chela vida tras vida.
El que el proceso hasta el samadhi o superconsciencia sea largo no significa que el discípulo no obtenga ninguna satisfacción o progreso espiritual hasta entonces. Según Yogananda, los beneficios de la meditación comienzan desde el primer día, pero no se sienten a nivel consciente durante cierto tiempo, que puede ser largo, en un proceso similar a un recipiente grande que se llena gota a gota y pasa bastante tiempo hasta que se ve desbordarse el agua.
En esta primera y a menudo larga etapa no se tienen visiones ni trances, sino solamente relajación y paz, una vez que se tiene la costumbre de meditar a diario. Muchos abandonan al no tener experiencias espectaculares, que Yogananda dice que no deben ser la principal motivación para meditar con estas palabras: "El camino de la meditación no es un circo espiritual".
La motivación debe ser el deseo de conocer a Dios y de servirle a través del servicio al prójimo, que también contiene la divinidad en potencia, siendo esta su interpretación de "hechos a su imagen y semejanza".
Lahiri Mahasaya fue un yogui hindú y gurú (maestro espiritual) de Swami Sri Yukteswar. Nació con el nombre de Shyama Charan Lahiri el 30 de septiembre de 1828 y falleció el 26 de septiembre de 1895. Afirmaba que en una vida anterior había sido el místico Kabir. La palabra mahasaya es un título religioso hinduista, y proviene del idioma sánscrito.
Diferente a muchos de los santos de la India (que vivían en un templo o monasterio, habiendo abandonado a sus esposas e hijos), Lahiri Mahasaya era un grijastá (hombre de familia que trabaja para mantenerla), en la ciudad de Benarés.
Paramahansa Yogananda, en su libro Autobiografía de un yogui, cuenta que Lahiri Mahasaya era un empleado civil del Departamento de Ingeniería Militar de la ocupación británica. A los 30 años de edad conoció a su propio gurú, llamado Babaji, también conocido como “Mahavatar Babayi”. Yogananda afirma que existe una profecía, según la cual Lahiri reintroduciría el kriya yoga (una forma especial de yoga) en Occidente, por las órdenes de su gurú.
Entre sus principales discípulos se encuenta a Swami Sri Yukteswar Giri.